¿Qué es la recta Acción?
Pláticas en Brasil, 1935
Plática en Niteroi, 28 de mayo 1935
Amigos, la mayoría de la gente en todo el mundo, no importa dónde se encuentre, está descontenta, perturbada por las condiciones imperantes, y trata de hallar una salida duradera para esta desdicha y este caos. Cada experto ofrece su propia forma particular de solución y, como por lo general ocurre, está en contradicción con los demás expertos. Así, cada especialista forma un grupo en torno a su teoría, y pronto el propósito de ayudar a la humanidad queda olvidado mientras tienen lugar las discusiones y las disputas entre los diversos partidos con sus expertos correspondientes. No siendo un experto, no expongo un nuevo sistema o una nueva teoría para la solución de los múltiples problemas; lo que quisiera hacer es despertar la inteligencia individual, de modo que cada uno, en vez de convertirse en esclavo de un sistema o de un experto, comenzara a actuar inteligentemente, porque sólo así puede nacer una acción cooperativa y constructiva. Si cada uno de nosotros, bajo todas las circunstancias, es capaz de discernir por sí mismo cuál es la acción verdadera, entonces no habrá explotación, entonces cada uno se realizará genuinamente y vivirá una vida armoniosa y completa.
Desde luego, lo que digo será pertinente para aquellas personas que están descontentas, que se rebelan, que tratan de hallar una manera inteligente de actuar. Esto concierne a los que sufren y desean liberarse de toda forma de explotación.
A cada uno de nosotros le incumbe ese despertar en medio del conflicto y la lucha entre uno mismo y el grupo, entre uno mismo y otro individuo, Existe la autoridad establecida, ya sea antigua o moderna, que está continuamente impulsando y deformando al individuo para que actúe de una manera determinada. Tenemos todo un sistema de pensamiento, cultivado a través de los siglos, al cual cada uno de nosotros ha contribuido y en cuyo despiadado movimiento cada uno de nosotros está preso, sea o no consciente de ello. Hay, pues, una conciencia colectiva y una conciencia individual que, a veces, corren paralelas y, a menudo, diametralmente opuestas. Esta oposición es la que despierta el dolor.
Nuestro conflicto, nuestra lucha y nuestra insatisfacción tienen lugar entre lo que es la autoridad establecida, y el individuo, entre lo que son los siglos de viejas tradiciones y el vehemente deseo del individuo de no ser sofocado por las tradiciones, por la autoridad, sino de realizarse plenamente, porque sólo en la plena realización individual hay felicidad creativa.
En el mundo de la acción, al que llamamos mundo material, mundo económico, mundo de la sociología, hay un sistema que impide la auténtica realización del individuo. Aun cuando cada uno piense que está actuando individualmente en el sistema actual, si realmente examinamos esa acción, veremos que tan sólo actuamos como esclavos, como autómatas del orden establecido. Ese sistema contiene en sí las distinciones de clase basadas en la explotación adquisitiva y conducentes al nacionalismo y a las guerras; es un sistema que ha puesto en manos de unos pocos los medios de acumular riquezas. Si el individuo es de algún modo capaz de expresarse, de realizarse, estará en constante rebelión contra este sistema porque, si uno lo examina, ve que es fundamentalmente cruel y falto de inteligencia.
Si el individuo quiere comprender este sistema externo, primero debe darse cuenta de la prisión en que está atrapado, la prisión que él mismo ha creado a causa de su agresividad adquisitiva, y empezar a derrumbarla mediante su propio sufrimiento individual y su inteligencia.
Después hay un sistema interno, igualmente cruel y explotador, al que llamamos religión. Entiendo por religión el sistema organizado que mantiene al individuo en la rutina do un patrón particular. Al fin y al cabo, el cristianismo, el hinduismo, el budismo, son otros conjuntos de creencias, ideas, preceptos sazonados en el miedo y la tradición que, por medio de la fe y la esperanza ilusoria, fuerzan al individuo a actuar, ciega y poco inteligentemente, de una manera determinada; cuentan para ello con la ayuda de los sacerdotes explotadores. En todo el mundo, cada religión con sus intereses creados, sus creencias, sus dogmas y tradiciones, está separando al hombre del hombre, tal como lo hacen el nacionalismo y las distinciones de clase. Es completamente inútil esperar que haya una religión única en todo el mundo, ya sea el hinduismo, el budismo o el cristianismo, aunque ése sea el sueño de los misioneros. Pero nosotros podemos abordar toda esta idea de la religión desde un punto de vista por completo diferente.
Por favor, escuchen con paciencia y sin prejuicios lo que tengo que decir, porque la religión, como la política, es un tema muy delicado. Si una persona es religiosa, por lo general se vuelve tan dogmática, tan violenta cuando uno cuestiona toda la estructura de la religión, que es incapaz de pensar con claridad y franqueza. Por lo tanto, rogaría a aquéllos que me escuchen, quizá por primera vez, que me escuchen sin ningún antagonismo y con el deseo de descubrir el significado de lo que expreso.
Si podemos comprender la vida aquí, en este mundo, comprenderla con amor, con suprema inteligencia en el presente, entonces la religión se vuelve vana e inútil. A causa de que los explotadores nos han estado diciendo constantemente que no podemos hacer esto por nosotros mismos, hemos llegado a creer que debemos tener un sistema y seguirlo. De esa manera, sin que nadie lo ayude a liberarse por sí mismo, el hombre es alentado a seguir un sistema y, por medio del temor, se lo mantiene prisionero de la autoridad que, según él confía, lo guiará a través de los numerosos conflictos y las perplejidades de la vida.
Liberarse meramente de la idea de la religión sin comprenderla a fondo conducirá, como es natural, a actividades, reacciones y pensamientos superficiales. Si somos realmente capaces de vivir con inteligencia profunda, no crearemos un escape para nuestras luchas y desdichas; en eso se ha convertido la religión. O sea, a causa de que encontramos la vida tan difícil, con tantos problemas y tantas desdichas aparentemente inacabables, anhelamos un escape; y las religiones ofrecen un método muy conveniente para escapar. Cada domingo, las personas van a la iglesia para rozar y practicar el amor fraternal, pero durante el resto do la semana están comprometidas en una explotación y una crueldad despiadadas, cada una buscando su propia seguridad. De este modo, viven una vida hipócrita: el domingo para Dios, y el resto de la semana para la seguridad propia. Así que usamos la religión como un escape conveniente al que recurrimos en momentos de dificultad y desdicha.
Por lo tanto, mediante este sistema llamado religión, con sus creencias e ideales, ustedes han encontrado una forma autorizada de escapar de esta batalla incesante del presente. Después de todo, los ideales que ofrecen las religiones y los grupos religiosos, son nada más que eso: maneras de escapar del presente.
Y bien, ¿por qué queremos ideales? Es porque, como no podemos comprender el presente, la existencia cotidiana con sus crueldades, sus sufrimientos y su fealdad, queremos conducimos a través de esta vida por medio de algún ideal. Por eso, los ideales mismos se vuelven, en esencia, un modo de escapar del presente. Nuestra mente crea muchos modos de escapar del presente, pese a que sólo en el presente se encuentra lo eterno. Siendo prisionera de esos escapes, la mente se halla, por fuerza, en batalla constante con el presente. Por lo tanto, en lugar de buscar nuevos métodos, nuevas prisiones, debemos comprender por nosotros mismos cómo la propia mente crea estas vías de escape. Así que la pregunta es: ¿Están ustedes satisfechos de vivir en esta cárcel de la ilusión, en esta cárcel de engaños con sus estupideces y su sufrimiento? ¿O son individuos insatisfechos, en estado de rebelión? ¿Están dispuestos a desenmarañarse de este sistema, descubriendo así por sí mismos qué es lo verdadero? Si están satisfechos de permanecer en la prisión, entonces lo único que los despertará es el dolor; pero cuando el dolor llega, buscan escapar de él y así crean otra prisión más. Van, pues, de un sufrimiento a otro sólo para entrar en un cautiverio mayor. Pero si comprenden la absoluta inutilidad de cualquier clase de escape, sea de ideales o de creencias, entonces percibirán, con intensa conciencia alerta, el verdadero significado de las creencias, las tradiciones y los ideales. Al comprender el profundo significado de ello, la mente, libre de toda ilusión, es capaz de discernir la verdad, lo eterno.
Por lo tanto, en vez de limitarse a buscar nuevos sistemas, nuevos métodos para sustituir el actual modo de pensar, la actual explotación, los sutiles escapes, tomen la realidad tal como es, con todas sus explotaciones, crueldades, bestialidades, y comprendan todo el significado de este sistema; y esto puede hacerse sólo cuando existe un gran sufrimiento. Gracias a este cuestionamiento intenso y a la investigación, realizarán por sí mismos esa consumación de toda existencia humana, la cual es inteligencia. Sin esa realización, la vida se vuelve superficial, vacía, y el sufrimiento es tan sólo una constante e interminable repetición.
En consecuencia, si aquéllos que sufren tratan de comprender la profundidad plena del presente, sin temor alguno, sin deseo alguno de escapar, entonces, sin necesidad de sacerdotes y salvadores, existe la realización de aquello que no puede ser medido por las palabras.
Pregunta: Si la inteligencia de la mayoría de las personas es tan limitada que no pueden encontrar por sí mismos la verdad, ¿no son necesarios los Maestros y los instructores para enseñarles el camino?
Krishnamurti: Si nos limitamos a considerar que el no inteligente necesita del inteligente, mantendremos siempre al no inteligente como no inteligente. Si usted piensa que el hombre ignorante necesita un guía, un Maestro, entonces creará condiciones para mantenerlo en la ignorancia. Si el inteligente percibe la necesidad de ayudar al ignorante, no de empujarlo hacia algún sistema o dogma o creencia en particular, sino de ayudarlo a ser inteligente, entonces el no inteligente no será explotado. Pero la cuestión no es si el hombre considerado ignorante necesita Maestros, salvadores, sino si usted los necesita. Al cuestionar honestamente esta necesidad, descubrirá que nadie puede salvarlo, que nadie puede darle comprensión, porque la comprensión radica en su propio discernimiento. La inteligencia no es una dádiva de los Maestros e instructores, sino que se encuentra en su propia percepción y acción creativa.
Pregunta: ¿No puede el hombre liberarse gracias a la ciencia?
Krishnamurti: La ciencia puede salvarlo de numerosos pesares, pero hay muchísimo sufrimiento, desdicha y explotación aun cuando la ciencia está muy avanzada. Cada uno sabe lo bestial y horrible que es la guerra, producto de los intereses creados y del nacionalismo. ¿De qué modo ha impedido la ciencia este sufrimiento, esta enfermedad? Es el corazón del hombre el que debe ser cambiado, pero ¿por qué esperar por algún día en el futuro, cuando ahora mismo está en su poder producir una transformación sensata e inteligente?
Pregunta: Me gustaría saber si necesitamos orar, y cómo orar.
Krishnamurti: Señor, ¿acaso la idea fundamental de la oración no es buscar ayuda y comprensión más allá de nosotros mismos? Si es así, estamos dependiendo de algo, lo cual debilita nuestra inteligencia.
Pregunta: ¿Es el alma una realidad?
Krishnamurti: Quisiera pedir nuevamente al auditorio que preste atención a este punto, sin prejuicio ni fanatismo alguno. Cuando ustedes hablan del “alma”, se refieren a algo que se encuentra entre lo material y lo espiritual, entre el cuerpo y Dios. De este modo, han dividido la vida en materia, espíritu y Dios. ¿No es así? Si se me permite decirlo, ustedes que hablan del “alma” no saben nada al respecto, lo aceptan meramente basados en la autoridad o en alguna esperanza o algún anhelo insatisfecho. Han aceptado de la autoridad muchas ideas fundamentales, tal como han aceptado que el “alma” es una realidad.
Por favor, lo que voy a decir considérenlo sin prejuicio alguno ni a favor ni en contra de la idea del alma, sin ideas preconcebidas; de ese modo podrán descubrir qué es lo verdadero. La única realidad que conocemos plenamente, en la cual tenemos que interesarnos, es el sufrimiento; estamos conscientes de esa constante frustración, limitación, insuficiencia que ocasiona conflicto y sufrimiento. Esta conciencia del dolor es la única realidad por la que podemos comenzar, y sólo comprendiendo la causa del sufrimiento y liberándonos inteligentemente de ella, adviene el éxtasis de la realidad. Cuando la mente se ha desenmarañado de todas las ilusiones y esperanzas, entonces existe la dicha, el júbilo de la realidad.
A causa de todo este conflicto, de esta desdicha, uno siente que debe haber una realidad, un Dios, una inteligencia infinita, o cualquiera sea el nombre que uno pueda darle. Ese sentimiento puede ser meramente una reacción a esta agonía y, por lo tanto, irreal; en consecuencia, perseguirlo puede conducir a más y más ilusiones. O tal vez se trate del deseo intrínseco de descubrir la verdad que no puede ser medida ni sistematizada. Si podemos descubrir qué es lo que da origen al conflicto y quién es el creador del dolor, entonces, al desarraigar la causa de esto, podrá existir la verdadera felicidad del hombre. Esta batalla casi incesante, este dolor aparentemente interminable, son creados por esa conciencia limitada que llamamos el “yo”. Hemos creado respecto a nosotros muchos valores falsos, falsos ideales a los que la mente se ha esclavizado. Tiene lugar una lucha constante entre estas ilusiones y el presente, y mientras estas ilusiones autoprotectoras existan, siempre tendrá que haber conflicto. Este conflicto crea en nuestras mentes la idea de lo particular, el “yo”. Así, desde esta conciencia limitada surge la división: el “yo”, o sea, lo impermanente, y lo permanente, lo eterno. Cuando la mente esté por completo libre de estas ilusiones autoprotectoras y de los valores falsos que son la causa de la conciencia limitada y de sus múltiples estupideces, entonces cada uno podrá darse cuenta por sí mismo si la verdad existe o no.
Si yo me limitara a decir que hay un alma, no haría sino agregar otra creencia a sus muchas creencias. ¿Qué valor tendría, entonces? Mientras que la única realidad de la que somos conscientes es esta lucha, este sufrimiento, esta explotación de la que nos hemos vuelto esclavos; al liberarnos de ello inteligentemente, o sea, sin escapar, discernimos lo perdurable en lo transitorio, lo real en la ilusión.
¿Qué es la recta Acción?
Pláticas en Brasil, 1935
Plática en Niteroi, 28 de mayo 1935
Jiddu Krishnamurti. ¿Qué es la recta Acción? Obras completas tomo 2. 1934 - 1935. The Collected Works of J.Krishnamurti Volume 2. 1934 - 1935. What is Right Action? Jiddu Krishnamurti en español.