Encuentro con la Vida
Tercera Parte - Reflexiones
La Libertad
Saanen, Suiza, 19 de julio de 1973
Sabiendo lo que es el mundo que ha creado cada uno de nosotros, con toda su fragmentación y su división, con sus brutalidades, trapacerías, engaños, con su violencia, sus guerras y todos los horrores que ocurren, tenemos dos problemas fundamentales. El primero, si es posible volver la espalda a este mundo, o sea, rechazar la cultura, la civilización, todo lo que el hombre ha producido a través de los siglos, y así liberar la mente de ese condicionamiento. Ése es un problema. El segundo es si, en el proceso mismo de liberar la mente, es posible vivir en este mundo y, sin embargo, no pertenecer a él, no estar involucrado en él.
Yo no sé si ustedes han considerado lo serio que es esto. No es un entretenimiento, algo que uno busca por motivos de placer o de desesperación, sino que más bien, al tomar plena conciencia de toda la situación, de las diversas intrincaciones en el movimiento histórico del mundo, tanto externa como internamente, uno ve que estos problemas son materia de urgente preocupación. El hombre ha destruido la naturaleza, ha exterminado a ciertas especies de animales y de pájaros. Ha creado catedrales, templos y mezquitas de inmensa belleza, ha creado la gran literatura, la música, la pintura. Y eso forma parte de nuestra cultura: la belleza, la fealdad, la crueldad, la enorme destrucción del hombre por el hombre. Forma parte de nuestra civilización, a la que pertenecemos. No sé si en realidad se dan plena cuenta de lo que todo esto implica económica, social y religiosamente. Si lo han examinado a cierta profundidad, tiene que interesarles saber si la estructura puede ser cambiada, la estructura que ha creado este mundo; tienen que haberse preguntado qué es lo que ha producido esta estructura, y si cambiando meramente la estructura, cambiará el hombre. Esta ha sido una de las teorías del mundo: cambiemos las condiciones externas y entonces el hombre cambiará internamente; ése ha sido siempre uno de los argumentos. Pero ustedes ven que no funciona de esa manera. Por lo tanto, es el hombre el que tiene que cambiar y, de ese modo, cambiar la estructura.
Ahora bien, ¿puede la mente, nuestra mente, liberarse de esta cultura? Y, ¿qué quiere decir liberarse de la cultura? ¿Es una cuestión de análisis? ¿Es una cuestión de tiempo? ¿Es cuestión de conclusiones más racionales y lógicas del pensamiento? ¿O es un no-movimiento del pensar? Por favor, penetren un poquito en esto junto con quien les habla. Puede que sea algo difícil, puede que no estén habituados a esta clase de pensar, puede que no hayan pensado en ello para nada. Así que, por favor, tengan un poco de paciencia y compartamos juntos este interrogante extraordinario: El condicionamiento de la mente, que ha tenido su origen en el tiempo, en la experiencia y el conocimiento, ¿puede ser disuelto por el análisis? Ése es un punto.
La palabra misma “análisis” significa disolver. Y a través de la fragmentación esperamos comprender y disolver el complejo problema del condicionamiento, tanto en el nivel consciente como en el inconsciente. ¿Puede esto hacerse mediante el análisis entre el analizador y lo analizado, tomando para ello meses, años? Todo eso implica tiempo, ¡y durante ese tiempo estaremos muertos! Yo puedo analizarme a mí mismo muy, muy cuidadosamente, paso a paso, investigar la causa, el efecto, el efecto que se convierte en causa, que es la cadena en que el análisis está preso. ¿Puede la mente analizarse a sí misma y disolver todas sus peculiaridades, la violencia, las supersticiones, las múltiples contradicciones y, debido a ello, generar una armonía total?
Como dijimos, el análisis implica tiempo. Y, ¿qué es el tiempo? El tiempo es un movimiento tanto físico como psicológico. Físicamente, es un movimiento de aquí hacia allá; psicológicamente, es un movimiento desde “lo que es” hacia “lo que debería ser”, transformando “lo que es” a través de una ideología, lo cual implica un movimiento en el tiempo. ¿De acuerdo? Por favor, estamos compartiendo juntos este problema, no están meramente escuchándome a mí; estamos viajando juntos, investigando, descubriendo juntos qué es lo verdadero. No se trata de que ustedes acepten lo que dice quien les habla, eso no tiene ningún valor, ni verbalmente ni como realidad. Lo que tiene realidad es que nosotros, a través de la investigación, de la observación, de una muy cuidadosa percepción, compartamos lo que descubrimos por nosotros mismos. No tiene significación alguna escuchar meramente una serie de palabras, traducirlas a ideas y después poner estas ideas en acción.
Estamos diciendo, pues, que el tiempo es movimiento. Físicamente, trasladarse de aquí hacia allá toma tiempo. Psicológicamente, también es un movimiento, es moverse desde “lo que es” cambiando hacia “lo que debería ser”. “Lo que es”, o sea, el producto del pasado, es un movimiento en el tiempo hacia el presente, y “lo que debería ser” es un movimiento dentro del futuro. La totalidad del movimiento es tiempo. ¿Correcto? Y el pensamiento siempre es un movimiento en el tiempo, porque el pensamiento es la respuesta de la memoria, que es el pasado, y se basa en el conocimiento, que es también el pasado, y conforme a ese conocimiento la memoria reacciona, lo cual es un movimiento. Por lo tanto, el pensar es un movimiento en el tiempo. Y el análisis es un movimiento en el tiempo, constituido por el pensamiento examinándose a sí mismo. Y nosotros estamos condicionados para analizar. Verán, si lo investigan profundamente, que ése es nuestro condicionamiento. Nunca vemos que la causa se convierte en el efecto y el efecto se vuelve la causa. Ese es un movimiento en el tiempo. El análisis no libera la mente, que es el resultado del tiempo.
Me pregunto si ustedes ven esto. Es bastante simple si lo observan en sí mismos. Estoy enojado; analizo la causa y en el proceso del análisis llego a una conclusión, que es el efecto. Y esa conclusión se vuelve la causa del efecto siguiente. Todo eso es un movimiento del pensar que tiene lugar en el tiempo. El pensamiento es tiempo. Y el pensamiento ha creado este condicionamiento. Toda nuestra cultura es un resultado del pensamiento en la forma de sentimientos, reacciones físicas, etcétera. De modo que el análisis no puede resolver el condicionamiento de la mente humana. Espero que esto sea claro; no la exposición verbal sino la verdad de ello, el hecho real, no la afirmación o repetición de lo que se ha declarado: que el análisis no liberará la mente. Ello carece de valor.
De modo que la mente, viendo la falsedad del análisis, descubre la verdad de que el análisis no la libera, o sea, que descubre la verdad en lo falso. Ahora bien, el análisis incluye no sólo la mente consciente sino también las capas profundas del inconsciente, que también son el resultado del tiempo. Esta división entre lo consciente y lo inconsciente es artificial. La conciencia es un todo. Podemos dividirla, podemos fragmentarla para someterla a un examen, pero es un movimiento total dentro del campo del tiempo. Y el inconsciente pierde su importancia cuando uno puede mirar la conciencia total con su contenido. ¿Comprenden? Nos miramos a nosotros mismos fragmentariamente. Nos miramos mediante la acción del pensamiento.
Miren, señores, mi conciencia es un movimiento total. Podemos dividirla como consciente e inconsciente, como acción e inacción, como codicia, envidia, no envidia; pero es una totalidad, un movimiento total que sólo puede ser fragmentado con el fin de examinarlo. Y veo que un examen de los fragmentos no produce una comprensión de la totalidad. ¿Correcto? Lo que se necesita es una percepción directa de lo total, no meramente de los fragmentos ‑percibir el movimiento total de la conciencia, que se encuentra en el campo del tiempo-. ¿Puede el pensamiento, puedo yo como pensamiento, explorar esta conciencia? Vean, lo que trato de decir es esto: personalmente, jamás me he analizado en modo alguno a mí mismo. Lo que ha tenido lugar es una observación, y en esa observación misma se revela lo total porque no hay intención alguna de ir más allá de “lo que es”. Ir más allá de “lo que es” es el movimiento del tiempo. ¿Está suficientemente claro?
Por lo tanto, veo claramente que la mente puede, sin el análisis, descubrir, observar el movimiento total de la conciencia. Ese es un punto. Lo que nos interesa es si la mente puede liberarse a sí misma de su condicionamiento. Veo que no puede hacerlo mediante el análisis, puesto que éste implica tiempo, y no es posible disolver el tiempo por medio del tiempo. ¿Puede, entonces, disolverlo el pensamiento? ¿Puede el pensamiento transformar la mente, liberarla de su condicionamiento? Ahora, por favor, presten atención a esto. El pensar es un movimiento en el tiempo; es movimiento y, por consiguiente, es tiempo. Y cuando el pensar examina el condicionamiento, sigue estando dentro del campo del tiempo; por lo tanto, el pensar no puede resolver el condicionamiento, porque es el pensar como conocimiento, experiencia, memoria, el que ha dado origen a esta civilización en que la mente se ha educado. Eso está claro. De modo que el pensar no puede resolver el condicionamiento. El análisis no puede. ¿Qué nos queda, entonces? ¿Comprenden? Hemos usado el pensamiento como un medio para conquistar, destruir, cambiar, analizar, superar. Y veo que el pensamiento no puede traer libertad a la mente. Es un movimiento. Así que el no-movimiento es libertad con respecto al tiempo. ¿De acuerdo? El no-movimiento del pensar es un estado en el que la mente se halla libre del tiempo. Ahora examinaré esto y ustedes lo verán.
El condicionamiento de la civilización, la cultura, ha hecho hincapié en que debo ser competitivo, me ha enseñado a ser violento o, más bien, me ha alentado a ser más violento. De modo que la mente es violenta; eso es “lo que es”. ¿Puede la mente liberarse de la violencia ‑que es “lo que es”- sin el movimiento del pensar? ¿Comprenden mi pregunta? Yo soy violento y el pensamiento dice: “Supera esa violencia, controla esa violencia, utiliza esa violencia”, y de esta manera alienta o controla o moldea esa violencia para sus propios propósitos. Eso es lo que hacemos todo el tiempo. De modo que el pensar, siendo un movimiento, está actuando continuamente sobre “lo que es”, que también es el resultado del pensamiento y el tiempo. ¿Correcto? Ahora bien, ¿puede el pensamiento no moverse en absoluto, de manera que sólo permanezca “lo que es” sin interferencia alguna del pensar? Miren, señores: soy violento, conozco todas las causas, sé cómo ha surgido la violencia. Eso es bastante claro, ella forma parte de la cultura, es alentada por la situación económica, por la educación, etcétera. Soy violento, eso es “lo que es”. ¿Puede la mente, sin un solo movimiento, mirar “lo que es”? Cualquier movimiento es tiempo. ¿Puede, pues, la mente observar esa violencia, observarla sin el pensamiento, o sea, sin el tiempo?
¿Han entendido al menos mi pregunta? Mi condicionamiento dice: “Usa el pensamiento para controlar la violencia, para moldearla, para librarte de ella, para luchar contra ella; es feo ser violento, los seres humanos deben ser pacíficos”. De este modo, provee todas las razones, las justificaciones, las condenaciones, que son todos movimientos del pensar; y el pensamiento es tiempo, y el movimiento es tiempo. No obstante, existe solamente el hecho de que este ser humano es violento. Hasta aquí eso está claro.
¿Puede la mente mirar, sin ningún movimiento, “lo que es”? “Lo que es” la violencia. Ahora bien, he utilizado una palabra para indicar un sentimiento que he denominado “violencia”, y esa palabra con su significado ya ha sido empleada antes. Por lo tanto, estoy reconociendo el sentimiento en términos de lo viejo. Cada vez que reconozco algo, tiene que ser lo viejo. De modo que “lo que es” es el resultado del pensamiento. Ahora la mente se enfrenta sin ningún movimiento, vale decir, sin tiempo, a lo que es producto del pensamiento, o sea, a eso que he llamado “violencia”. ¿Qué ocurre, entonces, cuando el no-movimiento se enfrenta al pensar, que es el movimiento del tiempo? ¿Están siguiendo esto?
Miren, señores, mi hijo muere; yo sufro enormemente por diversas razones, soledad, desesperación, etcétera. Entonces viene el pensamiento y dice: “Debo superarlo”. “Lo que es” es el sufrimiento, y el movimiento del pensar es tiempo. La mente se enfrenta a ese sufrimiento y trata de hacer algo al respecto, escapar de él, buscar consuelo en sesiones espiritistas, en algún médium, en creencias; pasa por todo ese proceso, que es un movimiento del tiempo como pensamiento. Ahora bien, al afrontar ese sufrimiento sin movimiento interno alguno, ¿qué es lo que ocurre? ¿Lo han intentado alguna vez? Si lo hacen, verán que el no-movimiento transforma completamente los movimientos del tiempo, y lo que llamamos “sufrimiento” es tiempo. Eso implica que el sufrimiento no deja en absoluto huella alguna en la mente porque el no-movimiento es intemporal, y el sufrimiento no puede afectar a aquello que no es de su misma naturaleza.
De modo que la mente se halla condicionada por la cultura, por el ambiente, por el conocimiento, por la experiencia, todo lo cual es el movimiento del tiempo, y el pensamiento también lo es. Por eso el pensamiento no puede transformar o liberar a la mente de su condicionamiento, tal como el análisis no puede hacerlo. La pregunta es: ¿Puede la mente observar, sin movimiento alguno, este condicionamiento, esta entidad desarrollada en el tiempo? Si lo hacen, verán entonces que desaparece completamente todo sentido de control, imitación o conformidad.
Del Boletín 21 (KF), 1974
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