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Encuentro con la Vida

Segunda Parte - Preguntas y Respuestas

Oponerse a la Sociedad

Madrás, India, 1981

Interlocutor: Durante su primera plática usted habló de erguirse contra la corrupta e inmoral sociedad, como una roca sobresaliendo en medio de la corriente de un río. Yo encuentro confuso esto, porque para mí la roca significa que uno es un extraño en su propia vida, y un extraño semejante no necesita erguirse contra nada ni contra nadie. Su respuesta y su clarificación son muy importantes para mí.

Krishnamurti: En primer lugar, ¿está claro para nosotros a qué nivel, a qué profundidad estamos usando la palabra “corrupción”? ¿Qué implica esa palabra? Está la corrupción física, la contaminación del aire en las ciudades, en los pueblos. Los seres humanos están destruyendo los mares, han matado a más de cincuenta millones de ballenas, están matando a los cachorros de focas... Después tenemos la corrupción política, religiosa, etcétera. Si usted viaja por el mundo y observa y habla con la gente, ve corrupción en todas partes, y más aún, desgraciadamente, en esta parte del mundo, donde pasan el dinero bajo la mesa (si uno quiere comprar una entrada tiene que sobornar al que la vende). La palabra “corromper” significa quebrantar, dividir. Pero, básicamente, la corrupción que reina en todas partes está en la mente y en el corazón. Debemos tener en claro, pues, si estamos hablando de la corrupción financiera, burocrática y política, o si hablamos de la corrupción en el mundo religioso, que se halla acribillado por toda clase de supersticiones ‑sólo un montón de palabras que han perdido todo significado, la repetición de rituales y todas esas cosas-. ¿No es corrupción eso? Los ideales, ¿no son una forma de corrupción? Usted puede tener ideales, digamos, de no-violencia. Debido a que es violento, tiene ideales de no‑violencia, pero mientras está persiguiendo los ideales, usted es violento. Por lo tanto, ¿no es eso la corrupción de un cerebro que pasa por alto la acción necesaria para terminar con la violencia? ¿Y acaso no se genera corrupción cuando no hay amor en absoluto, sólo placer, que es sufrimiento? En todo el mundo, esta palabra “amor” está fuertemente adulterada y se la ha asociado con el placer, con la ansiedad, los celos, el apego... ¿No es corrupción eso? El apego, ¿no es en sí mismo corrupción? Cuando estamos apegados a un ideal, a una casa o a una persona, las consecuencias son obvias: celos, ansiedad, afán posesivo, todo eso y mucho más. Cuando usted investiga el apego, ¿no descubre que es corrupción?

En cuanto a su pregunta acerca del símil de erguirse como una roca en medio de la corriente, no lleve el símil demasiado lejos. Un símil es una descripción de lo que ocurre, pero si da mucha importancia al símil, pierde la significación de lo que realmente está ocurriendo.

La sociedad en que vivimos se basa esencialmente en la relación de unos con otros. Si en esa relación no hay amor, tan sólo explotación mutua, consuelo mutuo en varias formas diferentes, es inevitable que ello genere corrupción. ¿Qué hará, pues, con respecto a todo esto? Éste es un mundo maravilloso en su belleza, la belleza de la tierra, la cualidad extraordinaria de un árbol... y estamos destruyendo la tierra como nos destruimos a nosotros mismos. ¿De qué modo, pues, actuará usted como ser humano que está viviendo aquí? Si nuestra relación mutua es destructiva, con su lucha constante, su esfuerzo, su pena, su desesperación, entonces crearemos por fuerza un ambiente que representará aquello que somos. ¿Qué es, entonces, lo que va a hacer al respecto cada uno de nosotros? Esta corrupción, esta falta de integridad, ¿es una abstracción, una idea, o es una realidad que queremos cambiar? Es asunto de ustedes.

Interlocutor: ¿Existe algo como la transformación? ¿Qué es lo que ha de transformarse?

Krishnamurti: Cuando usted observa y ve la suciedad en las calles, ve cómo se comportan los políticos, ve su propia actitud hacia su esposa, hacia sus hijos, etcétera, la transformación está ahí. ¿Comprende? Generar cierta clase de orden en nuestra vida cotidiana, eso es transformación, no algo extraordinario, era de este mundo. Cuando uno no está pensando con claridad, objetivamente, racionalmente, darse cuenta de eso y cambiarlo, romper con ello. Eso es transformación. Si usted está celoso, observe eso, no le dé tiempo a desarrollarse, cámbielo inmediatamente. Eso es transformación. Cuando es codicioso, violento, ambicioso y trata de convertirse en una especie de hombre santo, vea cómo está creando un mundo de completa inutilidad. No sé si ustedes se dan cuenta de esto. La competencia está destruyendo el mundo. Éste se está volviendo más y más competidor, más y más agresivo, y si ustedes lo cambian inmediatamente, eso es transformación. Y si penetran a mayor profundidad en el problema, ven claramente que el pensamiento niega el amor. Por lo tanto, uno ha de descubrir si el pensamiento puede terminar, terminar para el tiempo. No filosofar sobre ello y debatirlo, sino descubrir. Ésa es la verdadera transformación; y si uno lo investiga bien a fondo, descubre que la transformación jamás implica un pensamiento de devenir, de comparar; consiste en ser absolutamente nada.

Interlocutor: Pienso que los santos crearon ídolos e historias para enseñar al hombre a llevar una vida buena y correcta. ¿Cómo puede usted llamar desatino a eso?

Krishnamurti: ¿Necesita contestarse la pregunta? En primer lugar, ¿quién es un santo? ¿El hombre que lucha por llegar a ser alguna cosa? ¿El hombre que renuncia al mundo? Él no está renunciando al mundo, el mundo es él mismo. Puede estar iracundo y controlar su ira, pero por dentro está hirviendo; puede estar torturándose a sí mismo, puede que sea ligeramente neurótico, y ustedes pronto comienzan a adorarlo. Un día llegó a Benarés un sannyasi con su indumentaria, se sentó bajo un árbol con una especie de vara en la mano y empezó a dar voces. Nadie le prestó ninguna atención por cuatro o cinco días. Quien le habla observaba todo esto desde su ventana en Rajghat[3]. Entonces se acercó una anciana y le entregó una flor. Días después rodeaba al sannyasi una media docena de personas. Él llevaba una guirnalda. Transcurrida una quincena, se volvió un santo. No sé si usted se da cuenta de esto. En Occidente, a un hombre que está ligeramente trastornado lo mandan a un hospital para enfermos mentales. Aquí se convierte en un santo. No estoy mostrándome cínico ni descortés ni insolente, pero esto es lo que está sucediendo.

Un sannyasi ya no es más un sannyasi, sólo está siguiendo una tradición. Y los santos, ¿han creado por medio de sus historias, sus ídolos e ideales, un mundo diferente, una sociedad buena, un ser humano bueno? Ustedes son el resultado de todo esto. ¿Somos seres humanos buenos? Buenos en el sentido de totales, no fragmentados, no divididos ‑bueno significa también santo-. No me refiero a buena conducta, a ser amable, eso es sólo una parte. Ser bueno implica no estar dividido, no estar fragmentado, implica que uno es un ser humano armónico. ¿Somos así después de estos miles de años de santos y Upanishads y Gitas? ¿O somos exactamente como todos los demás? Somos la humanidad. Ser bueno es no seguir a nada ni a nadie. Ser bueno es tener la capacidad de comprender el movimiento de la vida.

Interlocutor: Usted dice que si un individuo cambia, puede transformar el mundo. ¿Se me permite sugerir que, a pesar de su sinceridad, de su amor, de sus veraces declaraciones y de ese poder que no puede ser descrito, el mundo ha ido de mal en peor? ¿Existe algo como el destino?

Krishnamurti: ¿Qué es el mundo? ¿Qué es el individuo? ¿Qué han hecho en el mundo los individuos que haya influido en él? Hitler ha ejercido una influencia en el mundo, lo mismo que Mao Tse-Tung, Stalin, Lenin y todos los atizadores de guerras. Eso parece obvio. La historia está llena de guerras. La historia de los pasados cinco mil años registra guerras que, año tras año, se desarrollan en una u otra parte del mundo. Eso ha afectado a millones de personas. Y también lo bueno ha ejercido influencia en el mundo. Por un lado tienen ustedes al Buda; él también ha afectado la mente humana, el cerebro humano en todo el Oriente. Por lo tanto, cuando hablamos acerca del cambio individual y preguntamos si ese cambio individual producirá alguna transformación en la sociedad, creo que eso es formular una pregunta equivocada. ¿Estamos real, Actualmente interesados en la transformación de la sociedad, de esta sociedad que es corrupta, inmoral, que está basada en la competencia, en la crueldad? Ésa es la sociedad en que estamos viviendo. ¿Está usted verdaderamente, profundamente interesado en cambiar eso, aun como un simple ser humano? Si lo está, entonces tiene que investigar qué es la sociedad. ¿Es la sociedad una palabra, una idea abstracta o es una realidad? ¿Es algo real o es una abstracción de la relación humana? Es la relación humana, o sea, la sociedad. Esa relación humana con todas sus complejidades, sus condicionamientos, sus odios, ¿puede usted transformarla por completo? Puede. Puede dejar de ser cruel, con todo lo que acompaña a la crueldad. Lo que es su relación, eso es su ambiente. Si su relación es posesiva y egocéntrica, está usted creando a su alrededor algo que será igualmente destructivo. Por consiguiente, usted es el individuo y usted es el resto de la humanidad. No sé si se da cuenta de eso.

Interlocutor: Usted pasa a menudo de la mente al cerebro. ¿Hay alguna diferencia entre ellos? En tal caso, ¿qué es la mente?

Krishnamurti: Me temo que sea un lapsus linguæ. Sólo hablo del cerebro. El interlocutor quiere saber qué es la mente. ¿Es la mente distinta del cerebro? ¿Es la mente algo que no ha sido tocado por el cerebro? ¿Acaso la mente es el resultado del tiempo? En primer lugar, para comprender qué es la mente, hemos de tener muy en claro cómo funciona nuestro cerebro; en claro no según los especialistas, los neurólogos, no según aquellos que han estudiado muchísimo acerca del cerebro de ratas y palomas y todo eso. Estamos estudiando, cada uno de nosotros, la naturaleza de nuestro propio cerebro, de nuestro propio modo de pensar y actuar, de nuestra conducta, de nuestras respuestas espontáneas e inmediatas. ¿Somos conscientes de eso? ¿Nos damos cuenta de que nuestro pensar está extraordinariamente confinado dentro de una estrecha rutina, de que es mecánico y transcurre por ciertos carriles particulares de actividad, de que nuestra educación está condicionada por estudios dirigidos hacia alguna carrera? Los científicos dicen ahora que el pensamiento es la esencia del cerebro, el cual es experiencia, conocimiento, memoria y acción. ¡Actualmente están llegando a eso! Hemos estado diciendo permanentemente que el pensamiento es un proceso material. No hay nada sagrado en relación con el pensamiento, y cualquier cosa que el pensamiento crea, ya sea mecánicamente, de modo idealista o proyectando un futuro con la esperanza de alcanzar alguna clase de felicidad, de paz, todo es el movimiento del pensar. ¿Se dan cuenta de esto, de que cuando van a un templo, éste no es otra cosa que un proceso material? Puede que no les guste escuchar eso, pero se trata de un hecho. La arquitectura del templo, de la mezquita, de la iglesia, y todas las cosas que han puesto dentro de los edificios, son el resultado del pensamiento. ¿Nos damos cuenta de eso y, por lo tanto, nos movemos en una dirección por completo diferente?

Cuando ustedes aceptan la tradición, ello hace que la mente sea sumamente torpe, estúpida, aunque puedan leer interminablemente el Gita. Ustedes se aferran a la tradición, es lo que está sucediendo tanto en Oriente como en Occidente. ¿Pueden terminar con todo esto en sí mismos o están demasiado embotados, demasiado habituados a la contusión, a la desdicha? Tenemos, pues, que comprender muy claramente la actividad del cerebro, que es la acción de nuestra conciencia, que es la actividad de nuestro mundo psicológico, el mundo en que vivimos. Tenemos que comprender la totalidad de eso: el cerebro, la conciencia, el mundo psicológico; todo es una sola cosa. ¿Cuestionarían ustedes eso? Probablemente ni siquiera han pensado al respecto. Es muy importante comprender qué es la mente, comprender cuáles son las actividades del pensamiento, las que han creado los contenidos de nuestra conciencia y el mundo psicológico en que vivimos. Este forma parte del pensamiento, es la estructura que el pensamiento ha construido en el hombre, es el “yo” y el “no-yo”, el “nosotros” y el “ellos”, las disputas, las batallas entre un ser humano y otro. Y el cerebro ha evolucionado a través del tiempo, evolucionó durante millones de años acumulando conocimientos, experiencias, recuerdos, etcétera. Es el resultado del tiempo. A este respecto no caben argumentos. Y el amor, la compasión con su inteligencia, ¿son el resultado, el movimiento del pensar? ¿Comprende mi pregunta, señor? ¿Puede usted cultivar el amor?

Interlocutor: Soy un estudiante, estudio para contador público. Aun cuando entiendo todas y cada una de las palabras de J. K., el mensaje permanece impreciso para mí. ¿Qué debo hacer para comprender plenamente su mensaje?

Krishnamurti: ¡No comprenda su mensaje! Él no está trayendo un mensaje. Está señalando la vida de ustedes, no la vida de él, no su mensaje. Está señalando cómo viven ustedes, qué es la vida cotidiana que llevan, y ustedes no están dispuestos a encarar eso. Somos renuentes a investigar nuestros sufrimientos, nuestras torturas, la ansiedad, la soledad, las depresiones que experimentamos, el deseo de realizarnos, de llegar a ser algo o alguien... Nos resistimos a afrontar todo eso y queremos ser guiados por alguien, incluyendo a quien les habla, deseosos de comprender el mensaje del Gita o algún otro libro absurdo. Quien les habla dice una y otra y otra vez que él actúa como un espejo en el que cada uno de ustedes puede ver la actividad de su propio yo. Y para mirar muy detenidamente, tienen que prestar atención. Si están interesados, tienen que escuchar y descubrir así el arte de escuchar, el arte de ver, el arte de aprender. Está todo ahí como un libro que es usted mismo. Usted es el libro de la humanidad. Por favor, señor, vea la verdad de todo esto. Usted siente renuencia a leer ese libro. Quiere que alguien le hable del libro o lo ayude a analizarlo, a entenderlo. Por eso inventa a un sacerdote, un gurú, un yogui, el sannyasi que le dirá todo sobre el libro, y así escapa de sí mismo. ¿Puede leer el libro que es tan antiguo, que contiene toda la historia de la humanidad que es usted? ¿Puede leer ese libro cuidadosamente, palabra por palabra, sin distorsionar lo que lee, sin prestar atención a un capítulo descuidando los otros, no tomando una sola frase, y meditando sobre ella, sino leyendo la totalidad del libro? ¿Leerá usted todo el libro, capítulo por capítulo, página por página, lo cual le tomará un tiempo muy largo, toda su vida, o existe un modo de leerlo completamente de una sola mirada? ¿Comprende mi pregunta? ¿Cómo puede uno leer este libro que es el “yo”, que es el “tú”, que es la humanidad con toda su experiencia de desdicha, sufrimiento, confusión, falta de integridad y todo eso, cómo puede uno leerlo de un vistazo sin tomar para ello mes tras mes? El libro es usted, y si emplea tiempo en leer el libro, el tiempo va a destruir el libro, el tiempo mismo va a destruirlo, porque nuestro cerebro funciona en el tiempo.

Por lo tanto, uno ha de tener la capacidad de escuchar lo que dice el libro, el libro íntegro, verlo claramente, lo cual implica que el cerebro ha de estar tan alerta, tan tremendamente activo, que ésa sea la actividad total del cerebro. ¿Puede usted observarse a sí mismo en el espejo, en el libro, en ese libro que es usted mismo, y hacerlo de manera completa, instantánea? Entonces verá que el libro es nada.

No sé si comprende. Usted puede leer el libro de la primera a la última página y puede descubrir que nada hay en él. ¿Comprende lo que estoy diciendo? Eso implica ser nada, no devenir. El libro es el devenir la historia del devenir. Por lo tanto, si usted se examina a sí mismo, si mira dentro de sí mismo, ¿qué es usted? Una apariencia física, bajo, alto, con barba o sin barba, hombre o mujer, y toda la capacidad educada, la búsqueda trivial. Todo eso es un movimiento del devenir, de llegar a ser alguna cosa, ¿no es cierto? ¿Llegar a ser qué? ¿Un hombre de negocios que gana más dinero, un santo? Cuando un hombre trata de llegar a ser santo, ya no es más santo, sólo está preso en la trampa de la tradición. Por lo tanto, usted puede echar un vistazo al libro y ver que el libro es absolutamente nada, y entonces vivir en este mundo siendo nada. ¿Comprende, señor? No, no comprende. Así que, señoras y señores, ustedes escuchan todo esto y, tal vez, si van a viajar con quien les habla, volverán a escucharlo en cada plática expresado en diferentes palabras y contextos, en frases diferentes, pero mucho más importante que ninguna otra cosa en la vida es generar una completa comprensión en uno mismo, porque estamos destruyendo el mundo; carecemos de amor y por eso no lo cuidamos. De modo que quien le habla no tiene mensaje, el mensaje es usted. Uno sólo está señalando.

Del Boletín 42 (KF),1982

[3] Cerca de Benarés.

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