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Encuentro con la Vida

Primera Parte - Piezas Cortas

¿Qué Significa la Relación?

Saanen, Suiza, agosto de 1981

El amor por los árboles es, o debería ser, una parte de nuestra naturaleza, como el respirar. Ellos son parte de la tierra como nosotros, están llenos de belleza y de un extraño retraimiento. ¡Tan quietos y espléndidos se los ve, tan repletos de hojas y de luz, proyectando largas sombras y desbordantes de júbilo cuando hay una tormenta! Cada hoja, aun las más altas, danza con la suave brisa, y las sombras son acogedoras bajo el intenso sol. Cuando uno se sienta con la espalda apoyada contra el tronco, si se queda muy quieto establece una relación perdurable con la naturaleza. Casi todas las personas han perdido tal relación; ven todas esas montañas, los valles, los torrentes, cuando pasan por allí en sus automóviles o cuando parloteando suben a pie por los cerros, pero están demasiado absortas en sus propios problemas como para permanecer en silencio y mirar. Una única columna de humo se eleva atravesando el valle, y abajo pasa un camión cargado con troncos de árboles recién talados que aún conservan su corteza. Un grupo de chicas y muchachos pasa cerca charlando y rompiendo la quietud del bosque.

La muerte de un árbol es bella en su final, a diferencia de lo que ocurre con el hombre. Un árbol muerto en medio del desierto, despojado de su corteza, pulido por el sol y el viento, con todas sus ramas desnudas abiertas a los cielos, es un espectáculo prodigioso. Una gran secoya, de muchos, muchos centenares de años, es talada en pocos minutos para hacer con ella cercas, bancos, para construir casas o abonar el suelo en un jardín. Ese maravilloso gigante ha desaparecido. El hombre está extendiendo más y más profundamente su dominio en los bosques, destruyéndolos para campos de pastoreo y residencias. Los animales salvajes están desapareciendo. Hay un valle rodeado por cerros que son tal vez los más viejos de la tierra, donde chitas, osos y ciervos que uno veía en otro tiempo, han desaparecido por completo. El hombre está en todas partes y destruye y contamina poco a poco la belleza de la tierra. En los lugares más inesperados están apareciendo los automóviles y los edificios altos. Cuando uno pierde su relación con la naturaleza y la vastedad de los cielos, pierde su relación con el hombre.

Vino con su esposa y sostuvo la mayor parte de la conversación. Ella era algo tímida, de aspecto inteligente. A él se lo veía más bien dominante y parecía agresivo. Dijo que había asistido a algunas de las pláticas después de leer uno o dos libros y que había escuchado algunos de los diálogos.

“En realidad hemos venido para discutir personalmente con usted sobre nuestro principal problema y espero que eso no le moleste. Tenemos dos hijos, un niño y una niña; afortunadamente para ellos, están en la escuela. No deseamos imponerles las tensiones que hay entre nosotros, aunque tarde o temprano habrán de sentirlas. Ambos nos queremos mucho; no usaré la palabra ‘amar’, puesto que he comprendido lo que usted entiende por esa palabra. Nos casamos bastante jóvenes; tenemos una hermosa casa con un jardín pequeñito. Nuestro problema no es el dinero. Ella tiene su propio dinero y yo trabajo, aunque mi padre me ha dejado algo. No hemos acudido a usted como consejero matrimonial sino que deseamos discutir, si no tiene inconveniente, nuestra relación. Mi esposa es más bien reservada pero estoy seguro de que pronto intervendrá en la discusión. Nos hemos puesto de acuerdo en que yo debo empezarla. Estamos muy preocupados acerca de nuestra relación. Hemos hablado al respecto con mucha frecuencia pero nada ha surgido de ello. Después de esta introducción, la pregunta que quiero formularle es la siguiente: ¿Qué es lo que está mal en nuestra relación, o qué es una relación correcta?”

¿Qué relación tienen ustedes con esas nubes llenas de la luz del atardecer, o con esos árboles silenciosos? No es una pregunta improcedente. ¿Ven a aquellos niños que juegan en ese campo, aquel auto viejo? Cuando ven todo eso, ¿cuál es la reacción de ustedes, si se me permite preguntarlo?

“No estoy seguro de cuál es la reacción. Me gusta ver a los niños jugando. También a mi esposa le gusta. No tengo sentimientos especiales por esas nubes o ese árbol. No he pensado en ellos, probablemente jamás los he mirado”.

Su mujer dijo: “Yo lo he hecho. Para mí significan algo pero no puedo expresarlo en palabras. Los niños que están allá podrían ser mis hijos. Después de todo, soy una madre”.

Señor, mire realmente esas nubes y el árbol como si estuviera observándolos por primera vez. Mírelos sin que el pensamiento interfiera o divague. Mírelos sin nombrarlos como “nube” o “árbol”. Sólo mírelos con los ojos y el corazón. Pertenecen a la tierra como nosotros, como esos niños e incluso como ese viejo automóvil. El nombrar mismo forma parte del pensamiento.

“Mirar todo eso sin verbalizarlo parece casi imposible. La forma misma es la palabra”.

Por lo tanto, las palabras juegan un papel muy importante en nuestras vidas. Nuestra vida, al parecer, es una red de palabras complicadas y relacionadas entre sí. Las palabras ejercen un gran impacto sobre nosotros, palabras como “Dios”, “democracia”, “libertad”, “totalitarismo”, etcétera. Estas palabras evocan imágenes familiares. Las palabras “esposa” y “marido” forman parte corriente de nuestra vida cotidiana. Pero la palabra “esposa” no es realmente la persona viva con todas sus angustias y complejidades. De modo que la palabra jamás es lo real. Cuando la palabra adquiere máxima importancia, descuidamos lo real, el vivir.

“Pero yo no puedo escapar de la palabra y de la imagen que la palabra evoca”.

Uno no puede separar la palabra de la imagen. La palabra es la imagen. Observar sin la palabra/imagen es el problema.

“Eso es imposible, señor”.

Si uno puede señalarlo, usted no ha intentado seriamente hacer esto. La palabra “imposible” bloquea su capacidad de hacerlo. Por favor, no diga que es posible o imposible, simplemente hágalo. Volvamos a su pregunta: ¿Qué es una relación correcta? Uno está seguro de que usted descubrirá por sí mismo qué es lo correcto, cuando comprendamos la relación. ¿Qué significa la relación para usted?

“Déjeme pensarlo. Significa muchísimas cosas que dependen de las circunstancias. Un día es una respuesta determinada y otro día tiene un significado por completo diferente. Significa responsabilidad, fastidio, irritación, respuestas sensuales y el impulso de escapar de todo ello”.

Esto es lo que usted llama relación. Consiste en diferentes grados de reacciones sensorias, de sentimientos, románticos si uno está predispuesto a ellos, ternura, apego, sensación de soledad, temor, etcétera (aprensión más que temor real). Esto es lo que llamamos relación con una u otra persona en particular. También nos relacionamos con nuestros ideales, esperanzas, experiencias, conclusiones. Todo esto es uno mismo y su relación con otro; y la otra persona es semejante a uno, aunque pueda ser exteriormente distinta en lo biológico, en lo cultural. ¿No indica esto, entonces, que usted está siempre activo en su egocentrismo y que ella está activa de una manera similar, que son dos líneas paralelas que nunca se encuentran?

“Estoy comenzando a ver lo que quiere usted decir, pero continúe, por favor”.

Se vuelve evidente que no hay una verdadera relación. Uno se interesa básicamente en sí mismo, en su propio placer, entregándose a otro por la propia satisfacción, etcétera. Expongámoslo de un modo diferente: ¿Por qué los seres humanos están tan centrados en sí mismos, por qué son tan egoístas, ya sea conscientemente o en los más profundos escondrijos de su ser? ¿Por qué? Los animales no domesticados parecen no ser egocéntricos como los humanos. Si hemos de descubrir por nosotros mismos qué es una relación correcta, debemos investigar esta cuestión muy profundamente. Hay que experimentar la percepción sin motivo. La mayoría de nosotros encuentra difícil observar sin alguna clase de motivo. ¿Podemos examinar juntos, de manera muy objetiva, lo que realmente ocurre en una relación de dos personas, ya sea íntima o no? Casi todas las reacciones, especialmente aquellas que son dolorosas o placenteras, se registran en el cerebro, tanto a nivel consciente como a un nivel más profundo. Este registro prosigue desde la infancia hasta la muerte y, poco a poco, construye una imagen o una representación que cada persona tiene de sí misma. Si uno está casado o vive con alguien por un mes o por años, cada cual ha formado una imagen del otro ‑las ofensas, las irritaciones, las palabras duras, los halagos, las respuestas sensuales, las observaciones intelectuales, el compañerismo y la ternura, la imaginación con sus satisfacciones y las asociaciones culturales-. Estas cosas forman las variables imágenes que son despertadas en diferentes circunstancias. Aparte de las relaciones físicas reales, estas imágenes deforman o niegan una profunda relación de amor, de compasión con su inteligencia.

“¿Cómo, entonces, de qué manera puede impedirse la formación de estas imágenes?”

¿No plantea usted una pregunta errónea, señor? ¿Quién es el que lo impide? ¿Acaso no es otra imagen o idea la que formula la pregunta? ¿No sigue usted operando con imágenes, de una imagen a otra? Preguntas así no llevan a ninguna parte. Cuando somos ofendidos o lastimados psicológicamente, tal como nos ocurre desde la infancia, las consecuencias de esa herida son obvias: tememos heridas ulteriores, nos apartamos construyendo un muro a nuestro alrededor, hay más aislamiento, etcétera; un proceso de neurosis. Cuando nos damos cuenta de ello, si observamos estas heridas, los conflictos, entonces instintivamente reclamamos un modo de impedir que se nos lastime. La imagen máxima es el “yo”, con “Y” mayúscula y con “y” minúscula. Cuando uno capta el pleno significado de por qué el cerebro, el pensamiento, forma estas imágenes, la verdad de por qué estas imágenes existen, esa percepción misma disipa toda la formación de imágenes. Ésta es la libertad fundamental.

“¿Cuál es la razón de que el cerebro, o el pensamiento, como usted opina, forme estas imágenes?”

¿Es por seguridad? ¿Para estar a salvo de todo peligro? ¿Para tener certidumbre y evitar la confusión? Por pequeña que sea la parte del cerebro que está funcionando, para funcionar bien, eficientemente, tiene que sentirse segura, a salvo. Que esa certidumbre, esa seguridad, sea una ilusión o alguna invención del pensamiento (como lo son la fe y la creencia), carece realmente de importancia mientras esa parte limitada del cerebro se sienta asegurada, a salvo. En esta ilusión vivimos. Con la imagen, como lo son el nacionalismo y las imágenes que hay en todos los templos del mundo, vive el hombre y continúa con el conflicto, el placer, el dolor. Sólo cuando percibimos que ellas oscurecen e impiden nuestra verdadera y profunda relación con otro, o que están entre nosotros mismos y esa nube, ese árbol y aquellos niños, sólo entonces puede haber amor.

Del Boletín 56 (KF), 1989

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Jiddu Krishnamurti, Encuentro con la vida - Piezas Cortas, Preguntas y Respuestas, Pláticas. Jiddu Krishnamurti en español.

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