Cartas a las Escuelas
15 de octubre de 1979
Los maestros o educadores son seres humanos. Su función es la de ayudar al estudiante a aprender, no solamente ésta o aquella materia, sino a ayudarle a que comprenda la total actividad del aprender; ayudarle no sólo a reunir información sobre diversas materias sino, principalmente, a convertirse en un ser humano completo. Estas escuelas no son meramente centros de aprendizaje sino que deben ser centros de bondad y han de dar origen a una mente religiosa.
Por todo el mundo, los seres humanos están degenerando en mayor o menor medida. Cuando el placer, personal o colectivo, se vuelve el interés dominante en la vida - el placer del sexo, el placer de afirmar la voluntad de uno, el placer de la excitación, el placer del interés propio, el placer del poder y el status, la insistente demanda interna de ver realizados los propios placeres - cuando ése es el interés que domina en la vida, hay degeneración. Cuando la responsabilidad ha perdido su significación total, cuando no hay solicitud por el otro, ni por la tierra y las cosas del mar, esta desatención por los cielos y la tierra es otra forma de degeneración. Cuando hay hipocresía en las altas esferas, cuando hay deshonestidad en el comercio, cuando las mentiras forman parte del hablar cotidiano, cuando hay tiranía de los pocos, cuando solamente las cosas predominan, hay una traición a toda la vida. Entonces el matar se convierte en el único lenguaje de la vida. Cuando el amor se toma como placer, el hombre se ha separado de la belleza y santidad de la vida.
El placer es siempre personal, es un proceso aislador. Aunque uno piense que el placer es algo que se comparte con otro, en realidad, a través de la gratificación, es una acción separativa y aislante del ego, del yo. Cuanto mayor es el placer, tanto mayor es el fortalecimiento del yo. Cuando existe la persecución del placer, los seres humanos se están explotando unos a otros. Si el placer se vuelve dominante en nuestra vida, la relación es explotada para este propósito y, en consecuencia, no hay una verdadera relación con otro. La relación se vuelve entonces un comercio. El impulso de la realización se basa en el placer, y cuando ese placer es negado o no encuentra medios de expresarse, entonces hay ira, cinismo, odio o amargura. Esta incesante persecución del placer es, realmente, demencia.
¿No indica todo esto que el hombre, a pesar de su vasto conocimiento, de sus extraordinarias capacidades, de la energía que lo impulsa, de su acción agresiva, está en decadencia? Esto es evidente en todo el mundo - este calculado egocentrismo con sus miedos, placeres y ansiedades.
¿Cuál es, entonces, la responsabilidad total de estas escuelas? Ciertamente, ellas deben ser centros en los que se aprenda un modo de vivir que no esté basado en el placer, en las actividades egoístas, sino en la comprensión de la acción correcta, de la profundidad y belleza de la relación, y del carácter sagrado de una vida religiosa. Cuando el mundo que nos rodea es tan completamente destructivo y carente de significación, estas escuelas, estos centros deben convertirse en lugares de luz y sabiduría. Que ello ocurra, es responsabilidad de quienes están a cargo de estos lugares.
Como esto es urgente, no tienen sentido las excusas. O los centros son como una roca alrededor de la cual fluyen las aguas de la destrucción, o ellos marchan con la corriente del deterioro. Estos lugares existen para la iluminación del hombre.
Cartas a las Escuelas
15 de octubre de 1979
Jiddu Krishnamurti, Cartas a las Escuelas. Textos libros conversaciones filosofía. Letters to Schools 1978...1983. Jiddu Krishnamurti en español.