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Amor, Sexo y Castidad

El Mecanismo De La Formación De Imágenes

¿Han mirado alguna vez a la propia esposa, al marido, a los hijos, al vecino, al jefe o a alguno de los políticos? En tal caso, ¿qué han visto? La imagen que tiene de la persona, la imagen que tienen de sus políticos, del primer ministro, de su dios, de su esposa, de sus hijos; esa imagen es lo que miran. Y esa imagen se ha formado a causa de la relación, o de sus temores, o de sus esperanzas. El placer sexual y otros placeres que hemos tenido con nuestra esposa, nuestro esposo, así como la ira, la adulación, el consuelo, todas las cosas que trae consigo la vida de familia -que es una vida abrumadora- han creado una imagen respecto de la esposa o el esposo. Con esa imagen miramos. De igual modo, nuestra esposa o nuestro esposo tienen una imagen de nosotros. Por lo tanto, la relación entre nosotros y nuestra esposa o nuestro esposo, entre nosotros y el político es, en realidad, la relación entre dos imágenes. ¿Correcto? Eso es un hecho. ¿Cómo pueden dos imágenes, que son el resultado del pensamiento, del placer y demás, tener relación alguna de afecto o amor?

Por consiguiente, la relación entre dos individuos, muy íntimamente unidos o muy lejanos, en una relación de imágenes, símbolos, recuerdos. Y en eso, ¿cómo puede haber verdadero amor? ¿Comprenden la pregunta?

Obras completas, volumen XVII
Nueva Delhi, 22 de diciembre de 1966

Tener una relación con otro sólo es posible cuando no hay imagen

¿Estamos alguna vez relacionados con alguien, o la relación es entre dos imágenes que hemos creado el uno respecto del otro? Yo tengo una imagen de usted y usted una imagen de mí. Yo tengo una imagen de la otra persona como mi esposa o marido o lo que fuere, y la otra persona también tiene una imagen de mí. La relación es entre estas dos imágenes y nada más. Tener una relación con otro sólo es posible cuando no hay imagen. Cuando yo puedo mirarlo a usted y usted puede mirarme a mí sin la imagen de la memoria, de los insultos y todos lo demás, entonces hay una relación, pero la naturaleza misma del observador es la imagen, ¿verdad? Mi imagen observa su imagen, si es posible observarla, y a esto lo llamamos relación, pero es una relación entre dos imágenes, es una relación que no existe, porque ambos somos imágenes. Estar relacionado significa estar en contacto. El contacto debe ser algo directo, no entre dos imágenes. Requiere muchísima atención, mucha percepción alerta mirar a otro sin la imagen que tenemos de esa persona, siendo la imagen los recuerdos acerca de esa persona, cómo nos ha insultado, cómo nos ha complacido, cómo nos ha dado placer, esto o aquello. Sólo cuando entre dos seres humanos no hay imágenes, existe una relación.

Obras completas, volumen XVII
Nueva York, 26 de septiembre de 1966

Para mirar tiene que haber silencio

Si queremos mirar una flor, cualquier pensamiento acerca de esa flor nos impide mirarla. Las palabras rosa, violeta, es esta flor, aquella flor, es de tal especie, etc., nos impide observarla. Para poder mirar, no tiene que haber interferencia alguna de la palabra, que es la exteriorización del pensamiento. Tenemos que estar libres de la palabra, y para mirar tiene que haber silencio; de lo contrario, es imposible mirar. Si miramos a nuestra mujer o a nuestro marido, todos los recuerdos que tenemos, ya sea de placer o de dolor, interfieren con el mirar. Sólo cuando miramos sin la imagen, existe una relación. Mi imagen verbal y la imagen verbal del otro no se relacionan en absoluto. Carecen de existencia real.

Obras completas, volumen XVII
Nueva York, 5 de octubre de 1966

¿Por qué tenemos imágenes acerca de nosotros mismos?

Para comprender el pleno significado de la relación mutua, por íntima o distante que pueda ser, debemos empezar por comprender por qué el cerebro crea imágenes. Tenemos imágenes de nosotros mismos e imágenes de los demás. ¿Por qué cada uno tiene una imagen peculiar y se identifica con esa imagen? ¿Es necesaria la imagen, brinda una sensación de seguridad? ¿Acaso la imagen no origina la separación de los seres humanos?

Tenemos que observar muy atentamente la relación con nuestra esposa, nuestro marido o amigo; tenemos que mirar con mucha atención, sin tratar de eludir el hecho, sin tratar de ignorarlo. Debemos explorar juntos y descubrir por qué los seres humanos de todo el mundo tienen este extraordinario mecanismo que crea imágenes, símbolos, patrones. ¿Es porque en esos patrones y símbolos, en esas imágenes, encuentran una gran seguridad?

Si observan, verán que cada uno de ustedes tiene una imagen de sí mismo, ya sea una imagen de orgullo, que es arrogancia, o lo opuesto a eso. O han acumulado una gran cantidad de experiencias, han adquirido muchísimos conocimientos, los cuales crean por sí mismos la imagen, la imagen del experto. ¿Por qué tenemos imágenes de nosotros mismos? Esas imágenes separan a la gente. Si uno tiene una imagen de sí mismo como suizo, inglés, francés o lo que fuere, esa imagen no sólo deforma su observación de la humanidad, sino que también lo separa a uno de los demás. Y dondequiera que haya separación, división, tiene que haber conflicto, tal como hay conflictos desarrollándose en todo el mundo: el árabe contra el israelí, el musulmán contra el hindú, una iglesia cristiana contra otra. Divisiones nacionales y divisiones económicas, todas ellas resultado de las imágenes, de los conceptos y de las ideas, Y el cerebro se aferra a todo eso, ¿por qué? ¿Es a causa de nuestra educación, de nuestra cultura en la que el individuo es lo más importante y donde la sociedad colectiva es algo por completo diferente del individuo? Eso forma parte de nuestra cultura, de nuestra enseñanza religiosa y de nuestra educación cotidiana. Cuando uno tiene una imagen de sí mismo como inglés o norteamericano, esa imagen le da cierta seguridad. Es bastante obvio.

Habiendo creado la imagen propia, esa imagen se vuelve semi permanente; detrás de esa imagen o dentro de ella, uno trata de encontrar seguridad, amparo, una forma de resistencia. Cuando uno está relacionado psíquica o físicamente con otro, por delicada y sutil que sea esa relación, hay una respuesta basada en una imagen. Si uno está casado o tiene una relación íntima con alguien, hay una imagen que se ha formado en la vida cotidiana; ya sea que dicha relación tenga una semana o diez años de existencia, la imagen con respecto a la otra persona se ha ido formando lentamente, paso a paso. Uno recuerda cada reacción sumándola a la imagen y almacenándola en el cerebro, de modo tal que la relación - que puede ser física, sexual o psíquica - se establece de hecho entre dos imágenes, la propia y la de la otra persona.

Quien les habla no está diciendo algo extravagante, exótico o fantástico; señala tan sólo que estas imágenes existen. Existen, y uno jamás puede conocer a otro completamente. Si uno está casado o tiene una amiga, nunca puede conocerla totalmente; piensa que la conoce porque, habiendo vivido con ella, ha acumulado recuerdos de múltiples incidentes, irritaciones y otros sucesos que tienen lugar en la vida cotidiana; y ella también ha experimentado sus reacciones, cuyas imágenes se han fijado en su cerebro. Esas imágenes juegan un papel extraordinariamente importante en nuestra vida. Al parecer, somos muy pocos los que estamos libres de alguna forma de imagen. La libertad respecto de las imágenes es la verdadera libertad. En esa libertad no existe la división que las imágenes originan.

Si uno es un hindú, nacido en la India y sujeto a todo el condicionamiento que eso implica, el condicionamiento de la raza o el de un grupo particular con todas sus supersticiones, sus creencias religiosas, sus dogmas y rituales - toda la estructura de esa sociedad -, uno vive con ese complejo de imágenes que constituye nuestro condicionamiento. Y por mucho que se pueda hablar de hermandad, unidad, totalidad, ésas son tan sólo palabras vacías sin significado alguno en la vida cotidiana. Pero si uno se libera de toda esa imposición, de todo el condicionamiento que implica ese supersticioso desatino, entonces está acabando con la imagen. Y lo mismo ocurre con las relaciones que establecemos; si uno está casado o vive con alguien, ¿es posible no formar en absoluto ninguna imagen, no registrar un incidente que puede haber sido placentero o doloroso en esa relación particular, no registrar ni el insulto ni el halago, ni el estímulo ni el desaliento?

¿Es posible no registrar en absoluto? Porque si el cerebro registra constantemente todo lo que sucede en lo psicológico, entonces jamás tiene la libertad necesaria para aquietarse, jamás puede estar tranquilo, en paz. Si el mecanismo del cerebro opera todo el tiempo, es obvio que se desgasta. Es lo que ocurre en nuestras relaciones mutuas, cualquiera que sea la índole de esas relaciones, y si existe un constante registro de todo, entonces, poco a poco, el cerebro empieza a deteriorarse y eso, en esencia, es la vejez.

Así pues, investigando damos con este interrogante: ¿Es posible en nuestras relaciones, con todas sus reacciones y sutilezas, con todas sus respuestas esenciales, es posible no retener recuerdos? Este recordar y registrar prosigue todo el tiempo. Nos preguntamos si es posible no registrar en lo psicológico, sino registrar tan sólo aquello que es absolutamente necesario que se registre. En ciertas direcciones es indispensable registrar. Por ejemplo, uno debe registrar todas las matemáticas relacionadas con estructuras y demás. Si voy a ser físico, debo registrar lo que ya se ha establecido en esa especialidad. Para aprender a manejar un automóvil, tengo que registrar. Pero en nuestras relaciones, ¿es en absoluto necesario registrar psicológicamente, internamente? El recuerdo de acontecimientos pasados, ¿es amor? Cuando le digo a mi esposa, «Te amo», ¿proviene eso del recuerdo de todas las cosas que hemos experimentado juntos: los incidentes, los afanes, las luchas, todo lo que se halla almacenado, registrado en el cerebro? ¿Es verdadero amor ese recuerdo?

¿Es posible, entonces, estar libre y no registrar nada psicológicamente? Esto es posible sólo cuando hay atención completa. En la atención completa no existe el registrar. Yo no sé por qué necesitamos explicaciones, o por qué nuestros cerebros no son lo bastante rápidos como para captar toda la cosa mediante un discernimiento instantáneo. ¿Por qué no podemos ver esto, la verdad de todo esto, permitiendo que la verdad opere y así borre la pizarra a fin de que tengamos un cerebro que, psicológicamente, no registre nada en absoluto?

Pero los seres humanos son, en su mayoría, bastante indolentes, prefieren más bien vivir en sus viejos patrones, en sus hábitos particulares de pensamiento; rechazan todo lo que sea nuevo, porque piensan que es mucho mejor vivir con lo conocido que con lo desconocido. En lo conocido están a salvo - al menos piensan que están a salvo, seguros - y, en consecuencia, siguen repitiéndose, trabajando y luchando dentro de ese campo de lo conocido. ¿Podemos observar sin que opere todo el proceso y mecanismo de la memoria?

La Madeja del Pensamiento
Saanen, Suiza, 19 de julio de 1981

Establecer una verdadera relación es destruir la imagen

No hay amor entre dos imágenes. ¿Cómo puedo amarlo y usted amarme, si tiene una imagen de mí, si tiene ideas a mi respecto? Si lo he ofendido, apremiado, si he sido ambicioso, astuto, si he procurado sacarle ventaja, ¿cómo puede usted amarme? ¿Cómo puedo amarlo si usted amenaza mi posición, mi empleo, si se fuga con mi mujer? Si usted pertenece a un país y yo a otro, si usted pertenece a una secta -hinduismo o budismo o catolicismo-y yo soy musulmán, ¿cómo podemos amarnos el uno al otro? Por lo tanto, a menos que haya una transformación radical en la relación, no puede haber paz. Haciéndose monje o sanyasi y escapándose a los cerros, no va a resolver sus problemas. Porque dondequiera que viva, ya sea en un monasterio, en una cueva o en una montaña, está relacionado. No puede aislarse ni en la imagen que usted mismo ha creado de Dios, de la verdad, ni en la imagen de su propio "yo", etc.

Por consiguiente, establecer una verdadera relación es destruir la imagen. ¿Comprende lo que significa destruir la imagen? Significa destruir la imagen acerca de uno mismo: de que usted es hindú, de que yo soy paquistaní, musulmán, católico, judío, comunista o lo que fuere. Usted tiene que destruir el mecanismo por el que se crea la imagen -ese mecanismo opera en usted y opera en la otra persona-. De lo contrario, puede que destruya una imagen y el mecanismo cree otra. Por lo tanto, uno no sólo tiene que descubrir la existencia de la imagen, o sea, estar alerta a su imagen particular, sino que también debe darse cuenta de lo que es el mecanismo que produce esa imagen.

Veamos ahora qué es ese mecanismo. ¿Comprende mi planteo? Es decir, primero uno debe ser consciente de la existencia de la imagen, darse cuenta de ella, conocerla, no de manera verbal, intelectual, sino conocerla realmente como un hecho. Esto es algo extremadamente difícil, porque conocer la imagen implica muchas cosas. Yo puedo conocer, puedo observar este micrófono, eso es un hecho. Puedo nombrarlo de distintas maneras, pero si ustedes saben qué es lo que designo con estos nombres, ven la realidad de ese hecho. Pero una cosa muy diferente es comprender la imagen sin interpretación alguna, ver el hecho de esa imagen, verlo sin el observador, puesto que el observador es el hacedor de la imagen y la imagen es el pensamiento del observador. Ésta es una cosa muy compleja. Uno no puede decir: «Destruiré la imagen», y meditar al respecto o practicar alguna clase de truco o hipnotizarse a sí mismo diciéndose que puede destruir la imagen; no es posible hacerlo así. Ello requiere una comprensión extraordinaria. Requiere gran atención y exploración, no una conclusión circunstancial; un hombre que explora jamás puede llegar a una conclusión. Y la vida es un río inmenso que fluye, que se mueve sin cesar. A menos que uno lo acompañe libremente, con gozo, con sensibilidad, con gran júbilo, no ve la belleza plena, el caudal, la claridad de ese río. Por lo tanto, debemos comprender este problema.

Cuando usamos la palabra "comprender", nos referimos con ella a una comprensión no intelectual, ¿verdad? Quizás haya comprendido usted la palabra "imagen", cómo ésta es creada por el conocimiento, la experiencia, la tradición, por las diversas tensiones y compulsiones de la vida familiar, por el trabajo en la oficina, los insultos..., todo lo que compone la imagen. ¿Cuál es el mecanismo que elabora esa imagen? ¿Comprende? La imagen tiene que ser formada. Y debe mantenerse; de lo contrario, se disolverá. Por consiguiente, es usted quien tiene que descubrir cómo funciona ese mecanismo. Y cuando comprende la naturaleza y el significado del mecanismo, entonces la imagen misma deja de ser; no sólo la imagen consciente, la imagen que usted tiene conscientemente de sí mismo y de la cual se da cuenta superficialmente, sino que también deja de existir la imagen mucho más profunda; o sea, que llega a su fin la totalidad de la imagen. Espero estar poniendo esto en claro.

Uno tiene que investigar y descubrir cómo la imagen surge a la existencia y si es posible detener el mecanismo que la crea. Sólo entonces podrá existir una relación entre seres humanos; no será una relación entre dos imágenes, que son entidades muertas. Esto es muy simple. Usted me halaga, me respeta; y yo tengo una imagen de usted, imagen formada a raíz de los insultos, de los halagos. Conservo experiencias de dolor, muerte, desdicha, conflicto, hambre, soledad. Todo eso crea una imagen en mí; soy esa imagen. No es que yo sea la imagen, ni que la imagen y yo seamos diferentes, sino que el "yo" es esa imagen, el pensador es osa imagen. Es el pensador el que crea la imagen. Con sus respuestas, con sus reacciones -físicas, psicológicas, intelectuales, etc.-, el pensador, el observador, el experimentador crea la imagen mediante la memoria, mediante el pensamiento. Por consiguiente, el mecanismo es el pensar, el mecanismo surge a la existencia a causa del pensamiento. Y el pensamiento es necesario, de otro modo no podríamos existir.

Así pues, en primer lugar vea el problema. El pensamiento crea al pensador. El pensador empieza a elaborar la imagen de sí mismo: él es el atman, él es Dios, él es el alma, él es un brahmín o un no brahmín, él es un musulmán, un hindú, etc. El pensador crea la imagen y vive en ella. Por lo tanto, el principio de este mecanismo es el pensar. Y usted preguntará: ¿Cómo puedo detener el pensar? No puede. Pero uno puede pensar y no crear la imagen. Uno puede observar esto, pero ¿por qué debería crear una imagen respecto de sí mismo? Usted crea una imagen de mí como musulmán, comunista o lo que fuere, sólo porque tiene una imagen de sí mismo, la cual me juzga. Pero si no tuviera imagen alguna de sí mismo, entonces me miraría, me observaría sin crear la imagen respecto de mí. Por ese motivo, esto requiere muchísima atención, requiere observar los propios pensamientos y sentimientos.

Así, uno empieza a ver que la mayoría de nuestras relaciones se basan de hecho en esta formación de imágenes y que, habiendo formado la imagen, uno establece o espera establecer una relación entre las dos imágenes y, naturalmente, entre imágenes no hay ninguna relación. Si usted tiene una opinión de mí y yo tengo una opinión de usted, ¿cómo podemos tener relación alguna?

La relación existe sólo cuando es libre, cuando hay libertad respecto de esta formación de imágenes... Examinaremos esto durante las próximas pláticas. Sólo cuando esta imagen se disuelva y cese la formación de imágenes, el conflicto llegará a su fin, habrá una terminación total del conflicto. Únicamente entonces habrá paz, no sólo internamente, sino también en lo externo. Sólo cuando uno ha establecido esa paz interna, la mente, estando libre, puede llegar muy lejos.

¿Sabe?, señor, la libertad puede existir sólo cuando la mente no se halla en conflicto. Casi todos vivimos en conflicto, a menos que estemos muertos. Uno se hipnotiza a sí mismo, o se identifica con alguna causa, con algún compromiso, alguna filosofía, secta o creencia; nos identificamos tanto que quedamos completamente hipnotizados y vivimos en un estado de sueño. Casi todos vivimos en conflicto; la terminación de ese conflicto es la libertad. Con el conflicto no puede haber libertad. Uno puede buscarla, puede desearla, pero jamás podrá tenerla.

La relación significa, pues, el fin del mecanismo que elabora la imagen; y con la terminación de ese mecanismo que da origen a la imagen, se establece la verdadera relación. En consecuencia, el conflicto llega a su fin. Y cuando el conflicto se termina hay, obviamente, libertad; libertad real, no como una idea sino como un hecho: el verdadero estado de libertad. Entonces, en ese estado de libertad, la mente, que ya no está más deformada ni torturada ni influida, que no se entrega a ninguna fantasía ni concepción mística, a ninguna visión, esa mente puede llegar muy lejos. Lejos, no en tiempo o espacio, porque no hay espacio ni tiempo donde hay libertad. Uso las palabras "muy lejos" -en realidad, estas palabras nada significan- en el sentido de que podemos descubrir; entonces, en esa libertad hay un estado de vacío, de júbilo, hay una bienaventuranza que ningún dios, ninguna religión, ningún libro pueden darle.

Por eso, a menos que una relación así se establezca entre usted y su esposa, su vecino, su sociedad, entre usted y otras personas, nunca tendrá paz y, por lo tanto, nunca tendrá libertad. Y entonces, como ser humano, no como un individuo, con esa relación podrá transformar la sociedad. No lo hará el socialista, ni lo hará el comunista; ninguno de ellos lo hará. Sólo el hombre que ha comprendido lo que es la verdadera relación, sólo un hombre así puede dar origen a una sociedad en la que el ser humano podrá vivir sin conflicto.

Obras Completas, volumen XVI
Bombay, 13 de febrero de 1966

En el instante en que no presto atención, el pensamiento asume el mando y crea la imagen

Pregunta: Para que termine la formación de imágenes, ¿también debe cesar el pensamiento? ¿Lo uno implica necesariamente lo otro? El final de la formación de imágenes, ¿es realmente la base sobre la cual uno puede empezar a descubrir qué son el amor y la verdad? ¿O ese final es la esencia misma de la verdad y el amor?

Krishnamurti: Vivimos a base de imágenes creadas por la mente, por el pensamiento. Continuamente agregamos y quita­mos imágenes. Usted tiene su propia imagen acerca de sí mismo; si uno es un escritor, tiene una imagen de sí mismo como escritor, si es marido o esposa, cada cual ha creado una imagen de sí mismo, o de sí misma. Esto empieza desde la infancia, a causa de la comparación, de la sugestión, cuando a uno le dicen que no es tan bueno como el otro chico, o que debe hacer tal cosa, o que no, debe hacerla; así, gradualmente, este proceso se acumula. Y en, nuestras relaciones, personales o de otro tipo, siempre hay una: imagen. Mientras la imagen exista, es inevitable que uno sea lastimado, golpeado u ofendido. Y esta imagen impide por completo que haya una relación verdadera con el otro.

Ahora bien, el interlocutor pregunta: ¿Puede esto terminar alguna vez, o es algo con lo que tenemos que vivir perpetuamente? Y también pregunta: En la terminación misma de esa imagen, ¿llega a su fin el pensamiento? ¿Están ambas cosas, la imagen y el pensamiento, relacionadas entre sí? Cuando cesa el mecanismo por el que se forma la imagen, ¿es eso la esencia misma del amor y la verdad?

¿Alguna vez ha terminado de veras con una imagen, haciéndolo espontáneamente, fácilmente, sin ninguna compulsión, sin ningún motivo? No diciendo: «Debo terminar con la imagen que tengo de mí mismo, así no seré lastimado». Tome una imagen y examínela; al examinarla descubre todo el movimiento de la formación de imágenes. En esa imagen comienza a descubrir que hay temor, ansiedad, una sensación de aislamiento; y si siente temor, dice: «Es mucho mejor quedarme en algo que conozco y no en algo que no conozco». Pero si lo examina a fondo y con total seriedad, investiga quién o qué es el hacedor de la imagen, no de una imagen en particular sino de toda la formación de imágenes. ¿Es el pensamiento? ¿Es ésa la respuesta, la reacción natural para protegerse uno mismo física y psicológicamente? Uno puede entender que haya una respuesta natural a la protección física: cómo tener alimento, ropas, un lugar donde vivir, cómo evitar ser atropellado por un ómnibus, etc. Ésa es una respuesta natural, sana, inteligente. En ello no hay imagen; pero psicológicamente, internamente hemos creado esta imagen que es la consecuencia de una serie de incidentes, accidentes, ofensas, enojos.

¿Es esta formación psicológica de imágenes el movimiento del pensar? Sabemos que el pensamiento no interviene, quizá para nada, en la reacción física auto protectora. Pero la formación psicológica de las imágenes es el resultado de la constante falta de atención, falta que es la esencia misma del pensamiento. El pensamiento es, en sí mismo, desatento. La atención no tiene un centro, no tiene un punto desde el cual ir a otro punto, como ocurre en la concentración. Cuando hay atención completa, no hay movimiento del pensar. Sólo en la mente que no está atenta surge el pensamiento.

El pensamiento es materia; el pensamiento es el resultado de la memoria; la memoria es el resultado de la experiencia, la cual debe ser siempre limitada, parcial. La memoria, el conocimiento, nunca pueden ser completos, siempre son parciales; por lo tanto, en ellos no hay atención.

Así pues, cuando hay atención no hay formación de imágenes, no hay conflicto; eso es un hecho, véalo. Si cuando usted me insulta o me adula, estoy completamente atento, entonces ese insulto o esa adulación nada significan. Pero en el instante en que no presto atención, el pensamiento, que en sí mismo es desatento, toma la dirección y crea la imagen.

El interlocutor también pregunta: El final de la formación de imágenes, ¿es la esencia de la verdad y el amor? De ningún modo. ¿Es amor el deseo? ¿Es amor el placer? Casi toda nuestra vida tiende al placer en diferentes formas, y cuando tiene lugar ese movimiento de placer, de sexo, etc., a eso lo llamamos amor. ¿Puede haber amor cuando hay conflicto, cuando la mente está debilitada por problemas, el problema de Dios, el problema de la meditación, los problemas entre el hombre y la mujer? Cuando la mente vive sumergida en problemas, como lo está la mayoría de nuestras mentes, ¿puede haber amor?

¿Puede haber amor cuando hay un gran sufrimiento, ya sea fisiológico o psicológico? ¿Es la verdad una cuestión de conclusiones, de opiniones, un asunto de filósofos, de teólogos, de esas personas que creen tan profundamente en dogmas y rituales, que son toda hechura del hombre? ¿Puede una mente tan condicionada saber qué es la verdad? La verdad puede manifestarse tan sólo cuando la mente está por completo libre de toda esta mezcolanza. Los filósofos y otros nunca miran sus propias vidas, se pierden en algún mundo metafísico o psicológico acerca del cual se ponen a escribir y publicar, y llegan a ser famosos. La verdad es algo que exige una extraordinaria claridad de la mente, requiere una mente en absoluto libre de problemas físicos o psicológicos, una mente que no conozca el conflicto. Aun el recuerdo del conflicto tiene que terminar. Con la carga de los recuerdos no podemos dar con la verdad. Es imposible. La verdad sólo puede manifestarse a una mente libre, asombrosamente libre de todo lo que haya sido hecho por el hombre.

Para mí, ésas no son palabras, ¿comprende? Si no fuera algo real, no hablaría de ello porque sería deshonesto para conmigo mismo. Si no se tratara de un hecho, yo sería entonces un terrible hipócrita. Esto requiere una integridad tremenda.

Preguntas y Respuestas
Ojai, California, 13 de mayo de 1980

Amor, Sexo y Castidad

El Mecanismo De La Formación De Imágenes

Amor, Sexo y Castidad. Una selección de pasajes para el estudio de las enseñanzas de J. Krishnamurti. Jiddu Krishnamurti en español.

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